Decidir entre rediseñar el layout o cambiar de almacén es una de las decisiones más críticas para cualquier empresa con operación logística intensiva. A medida que el negocio crece, los flujos se vuelven más complejos y los espacios parecen insuficientes, esta disyuntiva surge con más frecuencia. Sin embargo, lo que está en juego no es solo el espacio físico, sino el rendimiento de toda la cadena de suministro. Apostar por una solución sin un análisis profundo puede representar un riesgo operativo y financiero.
En muchos casos, la percepción de saturación responde más a un layout ineficiente que a una falta real de capacidad. Por eso, antes de invertir en una nueva nave industrial o expandirse a otra ubicación, es fundamental analizar si el diseño actual está aprovechando al máximo los recursos disponibles. Hoy, los datos juegan un papel clave para decidir entre rediseñar el layout o cambiar de almacén con fundamento.
Uno de los errores más comunes es asumir que los problemas logísticos se resuelven con más metros cuadrados. Pero en la práctica, un layout mal estructurado puede hacer que un almacén de gran tamaño sea igual de ineficiente que uno pequeño. Aquí es donde entra la analítica operativa. Mediante tecnologías como WMS, sensores de movimiento, RFID o simuladores de flujos, es posible visualizar cuellos de botella, trayectos innecesarios o zonas subutilizadas.
Rediseñar el layout permite reorganizar los flujos, optimizar recorridos, segmentar zonas según la rotación de los productos y reducir tiempos de operación. Además, ofrece beneficios inmediatos sin incurrir en los altos costos que implica una reubicación: permisos, adecuaciones, transporte, migración de sistemas, entre otros. Para muchas empresas, esta opción representa una mejora sustancial sin alterar la ubicación ni interrumpir la operación.
No obstante, hay escenarios en los que cambiar de almacén es la única salida viable. Por ejemplo, cuando el crecimiento de la demanda supera los límites físicos del inmueble, o cuando se requiere implementar tecnologías que exigen condiciones estructurales específicas. También ocurre en empresas que han diversificado su portafolio y necesitan nuevas configuraciones para frío, materiales peligrosos o flujos omnicanal.
En esos casos, decidir entre rediseñar el layout o cambiar de almacén depende de proyecciones de largo plazo. Si el rediseño apenas cubriría la demanda de los próximos 6 a 12 meses, probablemente sea momento de pensar en una instalación nueva, más preparada para el futuro de la operación.
La clave para decidir entre rediseñar el layout o cambiar de almacén está en contar con un diagnóstico basado en evidencia. Esto implica analizar:
La relación entre capacidad instalada y capacidad utilizada.
Tiempos promedio de picking, surtido y embarque.
Mapas de calor para identificar zonas de saturación.
Errores o reprocesos asociados a interferencias operativas.
Proyecciones de crecimiento y SKU por categoría.
Con esta información, es posible modelar escenarios y proyectar el impacto de cada alternativa. Muchas empresas descubren, al hacer este ejercicio, que pueden posponer una mudanza hasta por tres años si rediseñan adecuadamente su layout y ajustan procesos clave.
Decidir entre rediseñar el layout o cambiar de almacén no debe partir de una sensación de urgencia ni de una preferencia personal. Es una decisión estratégica que debe considerar datos operativos, proyecciones comerciales y la madurez tecnológica de la organización. El espacio puede ser un problema, sí, pero no siempre la solución está en mudarse.
Antes de comprometer capital y tiempo en un cambio estructural, vale la pena preguntarse: ¿ya hicimos todo lo posible por optimizar lo que tenemos?
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